LUSTRAPENAS

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Trabajaba en la construcción y por un accidente tuvo que dejar ese trabajo, que era el único que sabía hacer, lo primero que se le vino a la mente fue ser Lustrabotas, pero nunca pensó que se convertiría en el único de Patronato.

Samuel Parra nació en Chillán en 1954. Hasta los doce años él se consideraba un niño feliz, pero sus padres murieron y sus familiares lo metieron a un internado y fue ahí donde comenzó su verdadera historia.

Después de unos años “cuando ya era más grande, me aburrí de estar ahí, agarré mis cosas y me vine pa’ Santiago”. Aquí en la capital empezó a trabajar en la construcción le gustaba y ganaba la plata suficiente para vivir como señala, pero no todo podía estar bien.

“Tenía dieciocho años, iba saliendo de la contru como un día normal, y se me acercan dos o tres tipos (ya ni me acuerdo) con la excusas de que les prestara fuego, les dije que no tenía, me doy vuelta y me empiezan a asaltar. Me pegaron tan fuerte que quedé inválido, no pude caminar por mucho tiempo”

Samuel tuvo que dejar de trabajar, en la construcción, porque no se podía mover bien, pero poco a poco pudo volver a caminar, aunque hasta el día de hoy lo hace con dificultad. Cuando Samuel tenía 33 años se casó y su mujer fue un apoyo fundamental para él con su recuperación.

Después del accidente ya no era el mismo de antes, así que tuvo que buscarse una nueva pega y “desde ese momento, soy lustrabotas”.

La gente del barrio ya lo conoce y cada paso que da va acompañado de un apretón de manos saludando a cualquiera de sus amigos del barrio. No ha tenido más asaltos desde aquél, pero nunca se confía cuando anda en la calle.

En Patronato no ha tenido problemas con nadie, ni siquiera con la “Ley”, de echo “derrepente le lustro las botas gratis a los carabineros pa ahorrarme problemas. Mejor ser prevenido pue”

Con este trabajo le va relativamente bien, puede vivir y mantenerse a él y a su mujer, pero antes era mejor. Antiguamente ser lustrabotas era más usado por las personas en cambio “ahora que le voy a andar lustrando las zapatillas a la gente, en todo caso sigo teniendo mis clientes fieles”.

“Me gusta esta época porque es en la que mejor me va, porque en invierno llueve y nadie paga pa’ que los zapatos queden brillosos y después queden todos mojados y en el verano todos andan con chalas y no le voy a pintar los dedos con negro a la gente po”.

Lo más destacable de este personaje, aparte de irradiar una felicidad plena con su sonrisa es que es capaz de demostrar que si se pueden superar los obstáculos que hay en la vida y que “se puede ser feliz aunque le hayan pasado cosas tan malas como a mí, yo salí adelante, todos pueden” comenta.

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